Análisis: Lo que el primer debate nos dejó
Pasó el primero de los debates, que dejó muchas dudas en cuanto a su formato y modalidad. A simple vista, no hubo grandes ganadores, sino simplemente candidatos que ''pasaron el examen''. ¿Estuvo Alberto muy agresivo? ¿Macri zafó de una potencial paliza? ¿Está Espert más a la derecha que Gómez Centurión? ¿Lavagna no sonó muy similar a Fernández? ¿Del Caño buscó ganar votos, o simplemente arengar a su tropa? En las próximas líneas intentaremos responder estas y muchas otras preguntas.
El primero de los debates presidenciales fue... raro. Tuvo sus buenos momentos, pero en líneas generales dejó muchas dudas la modalidad del evento:
Candidatos que le hablan todo el tiempo a la cámara, y prácticamente nunca a otros candidatos. Salvo Alberto Fernández, del Frente de Todos, que se dirigió muchas veces al presidente Mauricio Macri -e incluso llegó a mirarlo y señalarlo-, los demás participantes parecieron hablarle a los votantes que ya tienen, como resignándose a conseguir nuevos. La única excepción a esto podría ser José Luis Espert, que sorprendió con posturas que parecían ser más de Gómez Centurion (o de Aldo Rico) que de un economista liberal ''cool'' como se lo ha visto hasta el momento.
Hay dos tópicos por bloque, y se los hace pasar TRES VECES por tema a cada uno de los candidatos, con intervenciones de 120, 30 y 30 segundos. ¿Para qué 3 veces, y dosificadas de esa forma? En la práctica, ¿en qué se diferencian los primeros 30 de los segundos? Teniendo en cuenta que, por ley, debe haber un par de debates presidenciales cada 4 años, ¿hace falta realmente cortarle el micrófono a un candidato que está terminando una idea? ¿Tan importante es cumplir con el formato? ¿Importante para qué o para quién?
Planteados como lo están, los moderadores son innecesarios. El evento tranquilamente podría ser llevado adelante por un equipo técnico, que corte y abra los micrófonos e indique con videographs las temáticas y los turnos. Esto, claramente, no es un debate. Es un show de micro-exposiciones.
A continuación, el análisis candidato a candidato:
Juan José Gómez Centurión
El candidato del Frente N.O.S. fue muy ''gastado'' en las redes sociales por no lograr meter sus intervenciones en el tiempo establecido por el formato. Pero, en líneas generales, se mostró seguro, preciso, contundente, y exhibió todo el arcaico arsenal argumental de la derecha conservadora/cristiana/militar sin mayores problemas. Como podía preverse, hizo especial énfasis en la cuestión del aborto, y prometió vetar cualquier ley que salga del Congreso que avale su legalización.
Al igual que Espert, el otro candidato de la derecha, pareció más enfocado en pegarle a Alberto Fernández que a Macri. Tal como lo hizo Del Caño, G.C. utilizó parte de su tiempo para realizar un homaneje: al médico ginecólogo Leandro Rodríguez Lastra, que fue recientemente condenado por negarle un aborto no-punible a una joven que había sido violada, es decir, por obligar a una mujer a parir.
Roberto Lavagna
En cuanto a contenidos y a despliegue de ideas y propuestas, el ex ministro de economía del kirchnerismo fue uno de los más ricos y abundantes. Además, ''sumó porotos'' cuando señaló que ningún otro candidato tocó el tema del hambre en el tópico de Derechos Humanos. Pero hizo agua en dos cuestiones:
Su discurso fue alarmantemente indiferenciable del de Alberto Fernández. Tal es así que hubo varios ''guiños'' de uno hacia otro en cuanto a manifestar que estaban de acuerdo con cosas que decía el otro. Lavagna falló en darle razones de peso a la sociedad para votarlo a él y no a Alberto Fernández;
Aburre. Lavagna, sencillamente, aburre. Su discurso no tiene gancho, y su falta de agresividad, al menos en el contexto de un show mediático, lo puso en una situación desfavorable. De una u otra forma, los otros cinco candidatos lograron que la audiencia se mantenga atenta a sus intervenciones. No fue el caso de Lavagna. Resulta doloroso decirlo, pero los dirigentes políticos en estas ligas deben tener algo de carisma y de ''punch''.
Para muchos analistas y periodistas, fue el gran perdedor de la noche. Nosotros consideramos exagerada esta sentencia, pero claramente no fue uno de los que ganó.
Nicolás Del Caño
Complicado... Del Caño, el representante trotskista en el debate, pareció no tener ninguna intención de sumarse votantes para la elección del 27/10. Dio la sensación de que solo buscó arengar y consolidar a su grupito íntimo de ''ultras'', y para hacerlo recurrió a cosas increíbles como solicitar un minuto de silencio en un debate televisivo (y encima por cuestiones no-nacionales como la crisis en Ecuador). La moderadora María Laura Santillán no le dio un centímetro de cabida pero Nico no se rindió: durante uno de sus espacios de 30 segundos, dejó correr 15 de ellos para hacer silencio. Increíble.
Fuera de eso, desplegó -con algo de temblequeo- el clásico arsenal de slogans de la izquierda juvenil:
''Que la crisis la paguen los capitalistas''
''Servicios públicos con gestión de los trabajadores''
''El macrismo no pudo hacer el desastre que hizo sin la complicidad del peronismo en el Congreso''
... y todo eso que repiten hasta el hartazgo, de manera casi robótica, todos sus militantes.
Además, levantó el puño para exhibir su pañuelo verde pro-choice, y repitió unas doscientas veces que la deuda contraída por Macri con el F.M.I. es ''ilegítima'' (y, cabe decir, algo de razón -o mucha- tiene).
El balance para Del Caño es negativo, sin dudas, y llama la atención porque los debates televisivos suelen ser una gran oportunidad para los representantes de la izquierda, sin nada que perder, para pegarle a todos y a todas y sumar porotos. Pero no fue éste el caso.
Increíblemente, los ''palazos'' de Del Caño fueron, a diferencia de los de Espert y de G.C., distribuidos de forma pareja: la mitad para Macri, la mitad para Alberto Fernández (cuando se podría haber esperado que fueran mayoritariamente para el del Frente de Todos).
José Luis Espert
Para bien o para mal, el representante más explícito del liberalismo adamsmithiano fue la revelación de la noche, y probablemente el único que haya podido sacar réditos claros de este debate. Claramente su objetivo fue robarle votantes a Macri y a G.C. al exacerbar y radicalizar su discurso de derecha, llevándolo hacia un extremo que nadie esperaba.
El economista dijo abiertamente que coincidía con Macri en su apreciación de que los Derechos Humanos eran un ''curro''; le pegó no una sino dos veces a Hebe de Bonafini y, salvo por una excepción, la totalidad de sus jabs y crosses fueron para Alberto Fernández. ¿La excepción? La hizo cuando comenzó su intervención, cuando dijo que "finalmente llegamos" a las elecciones generales "a pesar de las trampas que algunos de los aquí presentes nos pusieron".
Pero, nobleza obliga, también fue uno de los que dijo cosas más concretas, por más horrorosas que puedan haber sonado: habló, por ejemplo, de terminar con los ''tours sanitarios'' de extranjeros, y de privatizar la U.B.A. Propuso relacionarse abiertamente con todo el mundo, y no solo con los países del Mercosur (al cual criticó fuertemente), y agradeció a Macri por haber ''sacado a Argentina de la cloaca de las relaciones internacionales". Además, como buen liberal, propuso bajar la carga impositiva y achicar el Estado. Pero lo que sin dudas más chocó y más sorprendió fue su posición respecto a los Derechos Humanos: "Los derechos humanos parecen haber sido secuestrados por los defensores de una parte de los asesinos de los '70. Aquellos que se esconden debajo de la pollera de Hebe de Bonafini. Basta de este curro". G.C., de repente, se sintió un tibio.
Alberto Fernández
Por su condición de abogado y docente, más seguramente alguna parte innata, a Alberto Fernández se le da bien la oratoria. Es hábil y sabe por donde atacar. Pero hay que decir también que estuvo altamente coacheado.
El candidato del Frente de Todos tuvo una actitud disruptiva en tanto que fue el único candidato que se dirigió directamente a otro -a Macri- incluso al punto de señalarlo con el dedo (cuestión del lenguaje no-verbal que está siendo sobre-expuesta en los medios masivos, claramente fogoneada desde el macrismo como un índice de ''típica prepotencia kirchnerista'').
La indicación que se notó que recibió el ex Jefe de Gabinete de Nestor Kirchner fue la de alternar mensajes conciliadores, en tonos calmos y expresados con cuidada didáctica cuando el enunciatario fuera el televidente, con embestidas agresivas, cuando el enunciatario fuera Macri.
Así, Fernández le hizo notar a Macri
Que en Argentina ''hace dos años que no entra un dolar, que las relaciones exteriores son mucho más que una fotito con los líderes'',
Que subejecutó las partidas presupuestarias destinadas a la problemática de género, que su gobierno fracasó en la economía,
Que generó 5 millones de nuevos pobres, y que la enorme masa de dinero que se pidió prestada al F.M.I. se la fugaron ''sus amigos'' (señalando a Macri) y
Que "algún día va a tener que explicar a donde se fueron esos dólares".
Por último, Fernández concordó con cosas dichas por Lavagna, y así lo expresó en varias oportunidades. También mencionó cosas dichas por Espert, pero no hizo lo propio con Gómez Centurión ni con Del Caño (seguramente, también, siguiendo alguna directiva).
El candidato del peronismo unido, abrumador ganador de las P.A.S.O. y favorito a quedarse con el sillón de Rivadavia el 27/10, cumplió el objetivo: no cometió errores, y no permitió crecer a Macri en este primer debate.
Mauricio Macri
Los debates de este tipo son la oportunidad perfecta para aquellos candidatos que están perdiendo y buscan remontar. Se los entrena para provocar un error en el candidato contrincante y mejor ubicado en las encuestas, de manera de sacar tajada política, que en este caso consiste en la práctica en reducir la brecha en las urnas. Pero Macri llegó a este debate muy golpeado, con prácticamente nada positivo para ''mostrar'', y con un sinfín de cosas malas respecto de las cuales tenía que prepararse para defenderse ante eventuales ataques. Para traducirlo al idioma del fútbol: Macri firmaba el empate antes de entrar a la cancha, y lo consiguió. O, al menos, la sacó baratísima, sobre todo teniendo en cuenta que dijo una importante cantidad de disparates que los candidatos opositores pudieron haber capitalizado a su favor pero, quizás por limitaciones del formato, no lo hicieron. Algunas de las frases mas increíbles del presidente en el debate de ayer, que lo mostraron como absolutamente desconectado de la delicada realidad que vive el país, fueron:
''La Argentina desde hace décadas que tiene una economía desordenada que no crece y no baja la pobreza'' > se refuta totalmente comparando diacrónicamente PBI e índices de pobreza en el país desde los años 2002 hasta 2015.
''Imagino que Kicillof va a poner una narcopacitación en las escuelas'' (Nota: ¿acaso M.M. dio por ganada la elección a A.K.?)
''Por más que no lo sientan en el bolsillo, estamos mejor''
''Ciencia y Tecnología es uno de los presupuestos que más crecieron'' > a este respecto se refirieron tanto Fernández como Lavagna. El primero le preguntó "¿Explíqueme Presidente, por qué trató tan mal a nuestros científicos, al Conicet?" mientras que el segundo aseguro que “Hace algunos años un alto responsable del Estado envió a los científicos a lavar los platos. En este caso no ocurrió lo mismo, simplemente se les cortó el Presupuesto. El resultado es el mismo”
''Hemos modernizado la Argentina''
''Estamos frente a la mayor revolución tecnológica y científica de la historia''
''Los jubilados tienen las recetas en los celulares” (dijo Macri al intentar destacar la gestión actual del PAMI) a lo que Alberto Fernández respondió “Ay presidente, presidente... los abuelos no tienen celulares, no pueden pagarlo”
Pero lo cierto es que el presidente de la Nación pudo haber salido mucho más golpeado de este debate de lo que salió, y ahora tiene ''una vida más'' de cara a los comicios del domingo 27. Antes, por supuesto, deberá afrontar el segundo debate presidencial, que se realizará este próximo domingo 20 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Conclusiones
JUAN JOSE GOMEZ CENTURION: sólido en su exposición, y con argumentos que atrasan un siglo, probablemente no haya ganado ningún voto pero haya perdido alguno a manos de Espert, su nuevo gran rival en la derecha más explícita.
ROBERTO LAVAGNA: buenas ideas y mesura a la hora de exponerlas. Pero demasiada tibieza y, lo que más en contra le juega, mucha mimetización con Alberto Fernández. Fue uno de los perdedores de la noche.
NICOLÁS DEL CAÑO: Se mostró como un héroe para sus seguidores, e hizo todo lo que indicaba el manual troskista. A los ojos de las masas, lució como el menos serio y el más divagante de los seis. Las redes sociales explotaron de memes con su figura.
JOSE LUIS ESPERT: La revelación. Probablemente sea el único que haya ganado con claridad en este debate. Sorprendió yendo a fondo con el discurso de derecha, ''bolsonarizándose'', dejando un poco de lado el foco en el liberalismo económico para ponerlo en la cuestión de los DD.HH. Su objetivo, sin dudas, es robarle votantes a G.C. (por ejemplo, al condenar la ''ideología de género'' y reivindicar la ''teoría de los dos demonios''), y a Macri, al intentar instalar la idea de que la gestión actual tuvo buenas intenciones pero no fue ''suficientemente liberal'' y ''terminó pareciéndose mucho al kirchnerismo, con cepo cambiario, default, inflación, etc''. ¡Qué miedito!
ALBERTO FERNÁNDEZ: fue moderado y conciliador cuando le habló a la audiencia, y agresivo y ''picante'' cuando se dirigió a Macri. No le dejó pasar una al actual primer mandatario, y se jugó cuando tuvo que definir su postura en torno a tópicos calientes como el del aborto o Venezuela. Dada la enorme diferencia que sacó en las PASO, empatar, para él, era ganar. Y ganó.
MAURICIO MACRI: Para Macri, en su muy delicada situación, también empatar era ganar. Y, aunque sea a los ponchazos, lo logró: terminó el primer debate de pie. El formato impide las interrupciones y el debate propiamente dicho, y eso lo salvó, porque dijo muchos disparates (aunque quizás no tantos como en 2015). Pero, a diferencia de Fernández, se dirigió mucho más a la audiencia que a atacar otros candidatos. Incluso llamó la atención lo poco que atacó a Cristina Fernández de Kirchner. En síntesís, Macri pasó el primer temblor.
Reviví el debate presidencial completo a continuación:
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