Crónicas macristas: Abella es Macri (por Germán Jendrulek)
El gobierno local es un fiel testimonio de lo que le pasa a la Argentina. Abella y Macri son representantes del mismo proyecto neoliberal y autoritario.
Si algo ha caracterizado al desembarco del macrismo en Campana es la implantación de un modelo político absolutamente calcado sobre las líneas directrices del proyecto conservador que gobierna la Argentina de Macri y la Provincia de Buenos Aires de Vidal.
Los primeros meses de la gestión local mostraron los titubeos de un gobierno que no podía mostrar más logros a la comunidad que el desmantelamiento de las políticas culturales consolidadas en muchos años de gestión: ceses de profesores, cierres de talleres y la demostración alevosa de la mentira de la existencia de equipos técnicos preparados para gobernar la ciudad. El inmediato desembarco de ignotos -y muy caros- funcionarios de otras localidades venía a mostrarle a los campanenses que el que comenzaba era un verdadero gobierno de ocupación, simples representantes del gobierno central designados desde la Capital Federal.
El desprecio por las instituciones públicas, especialmente por los representantes locales de la Justicia; la descalificación agresiva de los reclamos de los trabajadores municipales; la agresión sistemática al órgano más representativo de la democracia local, el Concejo Deliberante; la imposibilidad de todo el arco opositor de establecer un diálogo civilizado con un gobierno de corte autoritario, son todos ejes que muestran con claridad el paralelo -por identidad de origen y por convicción-, entre la gestión Abella y las de sus referentes Macri y Vidal.
Las mismas huellas del desastre económico con el que el macrismo castiga a todos los argentinos son las que guiaron a su representante local, Abella, a avanzar con aumentos de tasas espectaculares, la implantación de una tasa ilegal a los combustibles, sumada a una muy oscura gestión de los dineros públicos, evidente en la concesión de obras siempre a las mismas pocas empresas y la negación absoluta de rendir cuentas a la comunidad.
Se trata del mismo gobierno que ha sentenciado a muerte a cientos de miles de puestos de trabajo en el país de los argentinos. El que desmantela las políticas científicas y técnicas, desfinancia a la Educación Pública, endeuda por un siglo al Estado, o saquea descaradamente los bolsillos y la calidad de vida de nuestros abuelos.
Es el mismo gobierno que en Campana prioriza la estética de la avenida del centro a las más elementales obras en los barrios periféricos y que solamente puede celebrar la inauguración de franquicias de hamburguesas, café o cervezas en la que alguna vez fuera una de las ciudades industriales más pujantes de la región.
Del mismo modo que Vidal, Abella debe haber soñado con que el desdoblamiento de las elecciones le permitiera disimular su identidad política, la misma que supo disimular cuando en 2013 ganó como candidato Massista las elecciones a concejal; la misma que hoy pretende desdibujar sacándose fotos en escenas posadas, como si no pudiéramos comprender que son parte del mismo proyecto neoliberal y autoritario. El gobierno local es un fiel testimonio de lo que le pasa a la Argentina y es por eso que sostenemos que Abella es Macri.
Germán Jendrulek
Lic. en Ciencia Política
Miembro del Consejo del Partido Justicialista de Campana
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