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De la Guerra Fría a la Guerra Informativa

[Por Carla Navazzotti] Domingo 26 de agosto de 2019. Salió una nota en Clarín sobre un hombre de Estados Unidos que encontró un búnker en el jardín de la casa que había comprado. El que se la vendió le advirtió que en el jardín había “un secreto oculto” y que estaba enterrado. Así que el nuevo propietario se puso a excavar y se encontró con una escalera caracol que lo llevaba a un búnker construido en los años de la Guerra Fría para protegerse de posibles bombardeos nucleares. No había sido el único construido en esa época: la paranoia en la que la gente estaba inmersa los llevó a muchos ciudadanos estadounidenses a construir refugios (calculo que lo mismo, o similar, habría ocurrido con los ciudadanos rusos que tendrían el mismo miedo a un bombardeo que los yankis).

La Guerra Fría se llevó adelante luego de la Segunda Guerra Mundial, y duró hasta aproximadamente los años '80. Se trató de un conflicto entre la Unión Soviética (Bloque del Este-Comunista) y Estados Unidos (Bloque Occidental-Capitalista). Ambos países querían demostrar su poderío -“mostrar músculos”- y amenazaban con bombardeos que nunca ocurrieron. Ambos mostraban sus armas, sus ejércitos, pero la guerra propiamente dicha nunca se llevó a cabo. En el fondo -y no tan fondo- se trató de una cuestión ideológica y política: el enfrentamiento del Capitalismo y el Comunismo. Sin olvidar tampoco los espionajes mutuos y la propaganda y anti-propaganda que abundó en ese tiempo.


Si bien no hubo bombardeos entre las dos Naciones, lo que si hubo fueron consecuencias importantes tales como la Guerra de Vietnam que debilitó fuertemente a Estados Unidos; el conflicto de los misiles que derivó en el bloqueo a Cuba; la competencia por la exploración al espacio que va desde el lanzamiento del Sputnik Ruso al Apolo 11 Estadounidense (a ver quién llegaba más lejos); la caída del muro de Berlín que puso en jaque a la Unión Soviética y la debilitó económicamente pero que además marcaría una especie de “triunfo” del capitalismo sobre el comunismo y el fin de la Guerra Fría.


Hoy nos encontramos frente a una nueva era, la era digital, y con ella vino una nueva forma de bombardeo: el bombardeo informativo. Aparecen las conocidas y tan nombradas “Fake News” o noticias falsas, que son esparcidas en segundos por todas las redes sociales. La internet es un cúmulo de información de la que poco se sabe o que, mejor dicho, pocas pruebas se tienen. El pánico en el que se entraba en la Guerra Fría con la exhibición de misiles, es el mismo pánico que se genera hoy frente a la viralización de noticias falsas sobre cuestiones de clave importancia, que más de una vez pueden hacer tambalear las relaciones entre países, influyen en la economía, destituyen presidentes, hacen que otros ganen elecciones, etc. Una prueba de ello es el conflicto que surgió a partir de los wikileaks: la organización que publica contenidos sensibles gubernamentales, y que provocó gran conmoción desde el 2010 a la fecha, sobre todo cuando develaron que la CIA estaba haciendo espionaje a través de dispositivos celulares a sus usuarios (entre tantos otros).


Pareciera que nadie puede escapar a esta invasión informativa, a ésta guerra de “datos” y que nunca sabremos qué contenido es verdadero o qué contenido no lo es. Sin embargo, poco a poco la duda prevalece frente a la certeza cuando leemos algo, y vamos aprendiendo a chequear las fuentes o bien al menos a preguntarnos si lo que estamos viendo es real. Pareciera que la única salida a todo esto sigue siendo la capacidad de interpelar al otro y de interpelarnos a nosotros mismos.


Cuando Descartes formula la Duda Categórica, lo hace con la intención de poner en duda al propio edificio que la ciencia había construido. El positivismo científico parecía en ese entonces imbatible: si un científico sometía al método de corroboración un postulado y éste sobrevivía parecía como si todo estuviera dicho. Entonces Descartes, en Las Meditaciones Metafísicas pone en duda hasta los propios sentidos, y a la propia razón, demostrando así que no había una verdad absoluta y que debíamos permitirnos dudar de todo aquello que vemos, tocamos, oímos...

La crisis en la que nos encontramos hoy, luego de las falsas noticias, las falsas causas, los duranbarbismos, la guerra periodística-informativa pareciera tener su desenlace de la misma forma, permitirnos dudar de todo. El pensar, poner en movimiento nuestra capacidad de pensar el mundo y pensarnos a nosotros mismos podría ser lo que nos traiga de vuelta un poco de paz y que realce nuestra existencia. El “Pienso, Luego existo” cartesiano, podría ponerse nuevamente de moda. Nada puede definirnos mejor como seres humanos racionales que nuestro propio pensamiento, luego, y solo luego de eso, existimos como tales.


La reflexión ética de aquellos que eligen bombardearnos con datos para manejar nuestras conciencias pareciera una utopía irrealizable. Entonces cuando no podemos lograr cambiar al otro en estos términos, finalmente la respuesta es mucho más simple: convivir con ello y aprender a controlarnos a nosotros mismos, para que esas acciones no nos afecten, ni nos influyan, ni nos condicionen.


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