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Foto del escritorEsteban Ferraris

Enseñar a odiar la política

Actualizado: 25 oct 2021

Hay algunas ideas y proposiciones que parecen ser atemporales, que insistentemente se intenta (re)insertar en la agenda mediática y en el ideario social, y que siempre pueden ser refritadas y acomodadas a nuevas coyunturas.

Algunas de ellas, como la que mencionaremos a continuación, llevan dentro una altísima carga de ese ''sentido común'' que pensadores como Bourdieu, Durkheim y Bachelard siempre han intentado ''derrotar'', como concepto opuesto al conocimiento científico. Y debido a ello es que, en los momentos propicios, estas ideas ''prenden'' en la gente con fiereza.

Casi en simultáneo a las victorias del peronismo/kirchnerismo en la Nación y en la provincia de Buenos Aires comenzó, en todo el territorio nacional, y de forma sospechosamente repentina, a reflotarse la idea históricamente liberal (ver video de Javier Milei "Con la justicia social los únicos que progresan son los políticos") de que el problema de todos los males del país reside en los gastos de la clase política: que ''cobran mucho'', que ''son demasiados'', que ''tienen muchos asesores'', que ''Alemania tiene más población y 7 veces menos políticos'' (datos que se comparten masivamente y con una liviandad absoluta en facebook y otras redes sociales, pese a no contar siquiera con una fuente trucha o inventada), y que ''los políticos deberían ganar igual que un maestro''. ¿Les suenan estos argumentos, verdad?


Algunas de estas afirmaciones merecen, por supuesto, ser debatidas y tenidas en cuenta. Por ejemplo, puede ser cierto que sea un despropósito que un bloque de concejales de 7/8 miembros, que ganan 80/90 mil pesos al mes, tengan 2 o 3 asesores rentados... ¿con qué fin? ¿qué tarea no pueden hacer los propios concejales que -merecidamente- ganan mucho más que la media social, y que seguramente no lleguen a cumplir 44/48 horas semanales como un operario promedio de cualquier fábrica? ¿La proporción de 3 asesores por cada 7/8 concejales no es exagerada? Y las cifras se agrandan a medida que subimos a los niveles provincia y nación. Como puede verse, hay algunas argumentaciones que son válidas respecto a los gastos destinados a la política.


Pero hoy, lo que sucede es que se ha vuelto a insertar la peligrosa idea de que el problema de Argentina es la política y que la solución al problema de la Argentina consiste en atacar la política. Que todos los ciudadanos argentinos somos nobles, trabajadores, impolutos y honrados, pero que somos víctimas de una raza corrupta, inescrupulosa, que solo ansía acumular poder y dinero, y que es destinataria de una cantidad de dinero ''X'', que no sabemos bien cuánta es pero que con absoluta seguridad sabemos que ''es demasiada''. Además, está esta idea de que el político surge de una especie de generación espontánea, de la nada, de cualquier lugar menos de ''mi'' sociedad. Para la masa embebida en el sentido común, está ''la gente'' por un lado, y ''los políticos'' por el otro. En la volteada, además, cae la política toda, como actividad.

A cualquiera que realmente piense todo esto hay que decirle, parafraseando al gran Walter Nelson en aquella velada histórica del 15/9/2012 en Las Vegas, en la que Sergio Martínez le arrebató el título mundial mediano de la C.M.B. a Julio César Chávez, Jr., ''salí de ahí, Maravilla''. ''Salí de ahí'' porque, independientemente de las ya mencionadas (válidas) discusiones sobre esta o aquella cosa que se podría mejorar, independientemente de los ''ñoquis'' o de los puestos para familiares y amigos, o incluso estando de acuerdo en que algunas dietas puedan ser desproporcionadas, la realidad es que el gasto político, comparado a la cantidad demencial de dinero que este país ha destinado a fuga, a deuda, a beneficiar empresas ''amigas'', y -fundamentalmente- a solventar la fiesta especulativa de unos pocos, no mueve el amperímetro ni un milímetro.


''Pero che, ponele que sea como vos decís, que no mueve la aguja. Igual estaría bueno que los políticos dieran el ejemplo, que se ajustaran ellos también'', ok, ¡Estamos de acuerdo!


Pero tenemos que ser conscientes del riesgo que implica seguir machacando con la idea de que ''el'' problema es el gasto de la planta política cuando, a todas luces, es insignificante al lado de los verdaderos dramas nacionales. Por ejemplo, el de que Argentina haya pedido el crédito en términos nominales más grande la historia del FMI, y que de él el pueblo argentino no haya visto un solo ''penny'' pero que, ahora, deberá devolver con sangre, sudor y lágrimas en formato ajuste. Porque el que lo pidió fue el rico, pero el que lo pagará y sufrirá es el pobre.

Si Argentina dejara de pagarle sus dietas a TODOS sus políticos a lo largo y a lo ancho del territorio nacional por el lapso de un año, no llegaría a cubrir el 10% de los vencimientos de deuda que tiene que pagar en 2020 (USD 52.000 millones, un 13% del PBI)

Pero hay algo más, porque hay un grupo de ''ultras'' que ''exigen'' que la política se ejerza de manera gratuita, o que se done lo percibido a entidades de bien público o de beneficencia. Esto es, sencillamente, una locura, y sería un enorme retroceso. La política se volvió rentada hace ya varios siglos justamente para escapar de la situación dominante hasta entonces -cuando la política se ejercía ad-honorem-, en la que solamente los miembros de la aristocracia, con sus particulares intereses (que rara vez coinciden con los de las mayorías), estaban capacitados para participar en la toma de decisiones políticas y en los gobiernos. Rentar la política acercó a las clases trabajadoras a la toma de decisiones y eso debe seguir así. ¿Queremos políticos únicamente ricos tomando decisiones por nosotros? ¿Queremos políticos de las clases trabajadoras, que dediquen solamente el tiempo residual que les quede entre trabajo y trabajo (que tendrían que tener obligadamente para subsistir, en el hipotético escenario de un retorno a la política ad-honorem), a la toma de decisiones?

Lo paradójico es que, en los términos acuñados tras la Asamblea Nacional Constituyente de la Revolución francesa, tanto ''la izquierda'' como ''la derecha'' del espectro político nacional acercan sus posiciones y son los que más fogonean la idea de una política no rentada, de reducir el Estado y su personal, y los que hoy más esfuerzos hacen por insertar la idea de que el problema de Argentina es culpa de ''la política''. Así, los dirigentes del Frente de Izquierda aseguran que ''ya ganan como un docente'' porque ''donan el resto'' [ver más], y sin necesidad de ir más lejos, en Campana el bloque oficialista anunció recientemente que donará una parte (no-determinada aun, de hecho aun no se sabe cuánto ganan) de sus dietas al Hospital Municipal [ver más].


Muy noble y muy lindo todo, pero no cambia nada. Muere en el ámbito de lo simbólico. No cambia en absoluto el hecho de que en lo que queda de este año habrá que destinar el equivalente al 13% de nuestro PBI en pagar una deuda que tomó inconsulta y unilateralmente el anterior gobierno nacional al que ellos al día de hoy estos concejales ''solidarios'' responden y representan. ¿No hubiera sido mejor gobernar mejor, para las masas en vez de para los amigos, y hoy no tener ni esa deuda ni la necesidad de ajustarlo todo como hoy tenemos? En este contexto, congelar dietas, donar partes de ellas, y demás ''humo'' tribunero, tampoco mueve la aguja. Ni a los números globales de Argentina, en general, ni a las billeteras de estos mismos políticos.


Y cualquiera podría decir ''en qué quedamos? decís que la política no tiene la culpa, pero terminás criticando a los políticos y a su demagogia''. Claro, el planteo es válido. Lo que sucede es que el grupo que hoy representa a la antípolítica hoy tiene un rol muy importante dentro de la política. Se metió en ella porque la necesita, pero solo a los fines de su negocio que está fuera de ella.

Para cerrar, no olvidemos nunca que la política responsablemente ejercida fue, es y será la llave para todas y cada una de las conquistas sociales que hoy tenemos los trabajadores. Si, es super cómodo tirarle todo el fardo a la política, y ''lavarnos las manos'' respecto a nuestra parte y a nuestra responsabilidad en la actual y dramática situación económica, social y cultural en la que nos encontramos. También es re cómodo creer que los políticos salen de un repollo y no de nuestra sociedad, no de nuestras entrañas sociales. Y también es cómodísimo creer que los políticos son ''todos chorros y todos ñoquis'' o, al mejor estilo ''Sr. Cobranza'' de Las Manos De Fillippi ''Son todos narcos y de los malos. ¿Ahora qué, qué nos queda? Elección o reelección para mí es la misma mierda. ¡Hijos de puta! en el congreso, hijos de puta en la Rosada''.


Vale decir, además, que lo complejo de todo este asunto es que una parte de la política instituida (y representada por la centro-derecha liberal) lleva décadas tratando de reforzar todo este ideario siniestro y nocivo en las masas. ¿Las consecuencias? Los ''que se vayan todos'', los jóvenes que no creen en nada y que opinan que la política es ''aburrida y cosa de viejos y/o corruptos'', y los adultos que, incluso en 2019, dicen alto y fuerte ''no voto más, son todos iguales, todos nos roban por igual, me cansé''.

Los sectores que se esfuerzan porque odies la política están tanto dentro como fuera de ella. Y no es para sorprenderse: son las mismas personas, y tienen los mismos intereses (que no son los tuyos). Hacen esto porque saben perfectamente que, cuánto más politizadas estén las masas, menos chances de concretar sus intereses de minoría, de casta, tendrán.

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