La Dra. Aurelia Encarnación Alonso, la campanense desconocida: “Se cura por amor”
La doctora Aurelia Encarnación Alonso respiró por primera vez, aquí en nuestro pueblo, Campana, en 1906.
Doctora premiada en numerosos ámbitos, pero también escritora, docente e historiadora, fue también discípula dilecta del gran doctor Pedro De Elizalde, y desarrolló durante su vida una carrera profesional de orden nacional e internacional.
En nuestro pago Aurelia tuvo su primer llanto, su primera risa.
Nació en un hogar de inmigrantes: madre y padre españoles. Su papá fue Clemente Alonso, nacido en 1864 y su mamá Ana María Sáez, nacida en 1873. Al matrimonio ya lo vemos afincado en nuestra ciudad en el censo de 1895, dentro de lo que consideraríamos el casco urbano del partido.
Aurelia cursó sus estudios en un momento donde no era habitual estudiar. En líneas generales, pese a una movilidad social ascendente palpable, los estudios universitarios no eran masivos. No eran la regla sino la excepción. Y mucho menos para las mujeres. Así como las escuelas Normales parían en proporción eminentemente mayor maestras que maestros, las universidades poseían una proporción de graduados abrumadoramente superior de hombres.
Aurelia se recibe como Doctora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en el año 1935, pero ya desde el año 1933 comienza sus prácticas en la ex Casa Cuna: el actual Hospital que lleva el nombre de su mentor, Pedro De Elizalde, donde, como veremos más adelante, desarrollaría una carrera arrolladora.
La elección de la entonces Casa Cuna, donde se sentía como en su casa, fue del corazón: sobre los niños y niñas que atendía alguna vez dijo “Son niños pobres, desdichados. No se cura por la retribución económica. Se cura por amor.“
Me gustaría puntualizar además que Aurelia probablemente haya sido la primera mujer nacida en Campana egresada de una Universidad Nacional. Voy a utilizar el potencial para no caer en una falacia ad ignorantiam, es decir, expresar como cierto un hecho que probablemente no pueda ser rebatido, cuando tampoco hay posibilidad de asegurar su veracidad ya que no existen registros que indiquen la localidad origen de los egresados. También lo cierto es que en nuestra ciudad-pueblo, al graduarse un doctor o un ingeniero las salutaciones en los medios daban testimonio (y de damas no he visto ninguna previa), con lo cual, podemos darle primer lugar, al menos en forma interina hasta que algún deudo presente los pergaminos de otra pretensa profesional a desplazarla del primer puesto imaginario que acabo de inventar.
La especialización profesional de Aurelia giró hacia la pediatría y la puericultura (rama de la medicina que se enfoca en la prevención de las enfermedades de los recién nacidos hasta sus primeros años).
La Casa Cuna, primer hospital pediátrico de América, fue su lugar en el mundo: casi 30 años a cargo del lactario, 20 años atendiendo el consultorio de Puericultura, llegando al cargo de Médico Jefe de Servicios, marcaron una carrera médica extraordinaria en una institución donde aún es recordada.
El doctor y escritor Pablo Alejandro Croce, quien ha ilustrado gran parte de la carrera de Aurelia (y a quien estoy enormemente agradecido por haberme atendido para charlar sobre ella) explica en su obra que Aurelia fue la primera mujer en "hacer carrera" en la ex Casa Cuna. Una muestra de la confianza que ella generaba en el entonces director De Elizalde se observa leyendo a Croce, que cuenta que, al morir, "estaba entonces organizando “Prensa Pediátrica”, revista que incluía colaboraciones y comentarios de pediatras de más de 10 países americanos y que resultó su obra póstuma, cuya dirección ejercicio su discípula la Dra. Aurelia Alonso."
No fue la única revista que dirigió Aurelia: tiempo después llegaron las publicaciones de la Sociedad de Puericultura.
Como escritora su obra su vasta: realizó múltiples publicaciones en la revista Infancia (que también dirigió), y en los Archivos de la Secretaría de Salud Pública (donde las publicaciones de mujeres eran contadas con los dedos en aquellos años) entre otras tantas obras escritas.
Como escritora también incursiono en el cuento, recibiendo el premio Wilde en 1946.
A nivel profesional podemos señalar algunos de los premios enumerados por la doctora Alicia Zarranz en un estudio sobre doctoras pioneras: dos veces recibió el prestigioso premio "Angel M. Centeno" (1947 y 1948), el premio de la Sociedad de Puericultura en 1949, el premio "Cecilia Grierson" en el 51, y el "Agesilao Milano" en el 53, la gran mayoría por su intensa actividad académica y de investigación.
En la década del '50 ingresa al Ministerio de Aeronáutica, más precisamente en el Instituto de Medicina Aeronáutica, pero sigue laborando también en el ya denominado Hospital Pedro de Elizalde.
Como disertante participa también en el Ateneo de la Facultad de Medicina donde presenta textos como la “Fundación de la Casa de Expósitos”, “Disposiciones sanitarias del Cabildo de Buenos Aires en caso de epidemia, enfermos, heridos e inválidos” y “La Casa de Expósitos de Buenos Aires durante la época colonial”.
En las guías de “Quién es Quién” de la República Argentina, figuraba: toda una distinción reservada a las personalidades de importancia media y alta del país.
En su rol docente, Aurelia participo en la cátedra de Historia Médica en la UBA y también en la Escuela de Enfermería Eva Perón, entre otros lugares.
Aurelia no se casó ni tuvo hijos, pero un poco madre se sintió: “al fin y al cabo, devolver vida es casi tanto como dar vida” dijo en una entrevista.
Además de la extensa cantidad de labores comentadas, tenía su consultorio particular en la Ciudad de Buenos Aires, en la calle Lafuente 325, domicilio que habitó hasta su fallecimiento el 3 de septiembre de 1996.
A esta nota le quedan dudas. O quizá a mí me quedan.
¿Cuándo se fue Aurelia de nuestro pueblo? Solo sé -y esto por charlar con el doctor Croce- que confirmó que ella alguna referencia a Campana había realizado alguna vez (Croce había ingresado al Hospital Elizalde en los últimos años de Aurelia en el lugar y logro tener cierto trato).
No logré saber si volvía de vez en cuando por acá. Por comodidad, o por ilusión, voy a suponer que le había quedado alguna amiga de la infancia y caminaba nuestras calles cada dos o tres años... Me queda también la intriga sobre si fue feliz fuera su vida laboral, pero al parecer Aurelia era su vida laboral, o más bien, su trabajo era su elección de vida . También me pregunto si le quedó algún sueño por cumplir.
Mientras cierro esta nota me pongo a pensar que Aurelia podría haber llegado muchísimo más alto que a lo que llegó si hubiera nacido algunas décadas después.
Se que anda dando vueltas por ahí, aún no digitalizado, muchísimo más material de ella. Probablemente en algunos años nos encontremos con alguna entrevista reveladora sobre su vida en Campana. Quizás a la salida de esta nota aparezca gente que la conoció, quién sabe si por una vez no pasa al revés de lo que sentencia Dolina donde en vez de ocurrir "lo malo, lo desatinado y lo deforme" esta vez sucede "lo hermoso y lo bueno" y luego de leer la nota escribe alguien y dice "Sí, Aurelia venía a casa de vez en cuando a la casa de mi mamá, acá te mando una foto de ambas, tomando un helado en la Real".
Por lo pronto, sin calle o edificio que la recuerde en esta tierra que la vio nacer, queda la satisfacción de traerla entre nosotros por un ratito, y brindarle el este insuficiente, pero sentido “de a de veras” homenaje.
Por Joel Vallomy
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