“La noche de los tubos”: en la oscuridad de Campana y con la complicidad de los Rocca
El 22 de septiembre de 1976, hace 47 años, tuvo lugar uno de los acontecimientos más oscuros de la historia de Campana. Un grupo de tareas de las Fuerzas Armadas secuestró e hizo desaparecer a cuatro trabajadores de Siderca, un hecho que puso en evidencia la complicidad de la empresa con la dictadura militar.
Seis meses después de iniciada la etapa más oscura de la historia de nuestro país, Campana fue escenario de uno de los tantos crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas. La noche del 22 de septiembre del '76 fueron secuestrados y desaparecidos Alberto Bedia, Raúl Moreno, Armando Culzoni y Manuel Martínez, obreros de la empresa Dálmine-Siderca. Se conoce a esa trágica noche como “La noche de los tubos”.
El plan de exterminio para todos aquellos que pensaran diferente que llevaron adelante las fuerzas militares quedó sumamente probado y es castigado en cada juicio que se realiza por los crímenes de lesa humanidad cometidos. Pero además, estos acontecimientos, como los acaecidos durante “La Noche de los tubos”, dejan en evidencia la complicidad empresarial con el gobierno totalitario y represor.
Gracias al testimonio de un ex trabajador de la fábrica que presenció los hechos, se pudo saber que una camioneta Estanciera se estacionó frente a la casa de Alberto Bedia, quien formaba parte de la lista Naranja de la UOM-Campana, considerada cercana al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) - Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Sus padres presenciaron el secuestro: los hicieron tirarse al piso boca abajo mientras buscaban a su hijo. A los pocos días les llegó un telegrama de la empresa que les informaba el despido de su hijo desaparecido. Esta fue la mecánica que repitió la empresa con los secuestros de los otros trabajadores.
Bedia, Culzoni, Martínez y Moreno, y los casi 50 trabajadores de Siderca secuestrados, asesinados o desaparecidos, no eran obreros simplemente, sino que estaban organizados y sindicalizados. Es necesario entender que la organización obrera, el poder de los trabajadores, fue una de las principales molestias del sector empresarial, ya que representaba una amenaza a sus ganancias y al orden establecido.
Esto llevó a la cúpula de la multinacional a acompañar, en primera instancia, la irrupción violenta de las FF.AA. al gobierno y al poder, y luego cada uno de los crímenes que cometieron. Además de facilitar las tristemente célebres “listas negras”, también adoptaron el uso de fuerzas de seguridad internas para controlar cada movimiento dentro de las empresas.
La zona que comprende Campana y Zárate fue denominada “Área 400”, y por su matriz industrial tiene un importante número de personas desaparecidas ligadas al movimiento obrero. Este hecho en particular se recuerda por la impunidad del manejo y la clara complicidad que demostró la familia Rocca.
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