Lo que no pudo ni la dictadura: cerrar Télam
Desde este medio repudiamos vigorosamente la decisión del gobierno nacional de intervenir la Agencia Télam y de suspender a sus 770 trabajadores, con el objetivo de cerrarla definitivamente en el corto plazo. Se trata, ni más ni menos, de un intento del gobierno libertario de cercenar el derecho a la información de toda la población, y exhibe un profundo y alarmante desconocimiento de la función de la agencia, y ni hablar de su historia.
La agencia Télam fue creada hace 78 años, y gracias al profesionalismo y a la calidad de sus trabajadores se convirtió en la mayor agencia de noticias de América Latina, la segunda más importante de habla hispana. Para el año 2014, incluso, se encontraba 14° a nivel mundial, de todos los países y de todos los idiomas. Durante todos estos años proveyó de noticias y de material audiovisual a centenares de medios pequeños y medianos a lo largo y a lo ancho del país, por lo que se constituyó en un pilar fundamental para el objetivo de federalizar la comunicación.
En apenas 3 meses, el gobierno nacional decidió cortar por completo la pauta publicitaria que depende de su esfera (algo que afecta fundamentalmente a medios pequeños y medianos, al punto de obligarlos, en muchos casos, a cerrar sus persianas), y logró lo que no pudieron ni las dictaduras: cerrar la Agencia Nacional de Noticias. Porque, recordemos, ese fue un objetivo común de La Revolución Libertadora (o ''Fusiladora''), y luego del Proceso de Reorganización Nacional.
En democracia, ataques contra Télam provinieron desde los gobiernos de Carlos Menem (quien intervino la empresa y pretendió liquidarla), de Fernando De La Rúa (quien quiso cerrarla pero sucumbió ante la resistencia de sus trabajadores y de la sociedad en general), y de Mauricio Macri, que despidió a 357 trabajadores de la Agencia que luego debieron ser reincorporados tras un fallo de la Justicia.
En todos los casos, el objetivo fue el mismo: el control de los mensajes, eliminando emisores del mapa. Que sobrevivan pocos emisores, cuyos mensajes sean los más amistosos o inofensivos para el gobierno. En este contexto, solo los medios de comunicación de gran escala, profundamente oligopolizados, están en condiciones de continuar operando, que además suelen responder a intereses comunes con el gobierno libertario (que, de más está decir, nunca son comunes a las mayorías).
El cierre de la Agencia Télam constituye un hecho gravísimo de cercenamiento de la libertad de expresión, del derecho a la información, y profundiza la falacia de que todo lo que sea estatal ''no sirve'' y debe ser terminado. Porque, al final del día, si la Agencia Télam fuera una ''cueva de militantes K'', o un ''órgano de difusión de propaganda K'', podrían haberla ''saneado'', pues el kirchnerismo nació en 2003 y la Agencia Télam en 1945 durante el gobierno de facto de Edelmiro Julián Farrell (a instancia del entonces secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón). Pero decidieron cerrarla, dejando en la calle a 770 trabajadores (y a sus familias), en un contexto desesperante de inflación fuera de control, de pobreza creciente, y de ausencia del Estado.
Por último, nos solidarizamos con los periodistas que esta mañana fueron forreados en rueda de prensa por el vocero presidencial, Manuel Adorni, que desde una confortable posición de asimetría de poder utiliza su cargo para maltratar trabajadores con la más absoluta impunidad.
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