top of page
Foto del escritorCódigo Plural

Paola Garello "Seguimos exigiendo que los genocidas rompan el pacto de silencio"

A 44 años del golpe institucional que dio inicio al capítulo más oscuro y sangriento de nuestra historia como país, y con el objetivo de aportar al fortalecimiento colectivo de la Memoria, Código Plural contactó a Paola Garello, hija de Luis Lorenzo Garello -asesinado por las fuerzas Armadas en 1976-, y miembro de H.I.JO.S. Paola lleva años investigando qué sucedió durante los años de la dictadura en la zona, y milita día a día para que haya justicia. Con el fin de que todos puedan conocer cómo fue el accionar en la denominada Área 400, realizó un relato pormenorizado del circuito del los Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en Campana.

Paola Garello, manteniendo viva la Memoria en un acto en la plaza Eduardo Costa

Sucede muchas veces que una situación personal es punto de inicio para que nuestra vida forme parte de una lucha colectiva, y eso es lo que pasó con Paola Garello. Ella es hija de Luis Lorenzo Garello, detenido y asesinado en 1976 por las fuerzas Armadas a pocos meses de haber iniciado el Golpe de Estado. La desaparición de su padre, cuando ella solo tenia 4 años, fue el comienzo de su historia como militante de los derechos humanos. Hoy es una de las referentes del tema en la ciudad, e integrante destacada de HIJOS Escobar Campana Zárate.

Luis Garello tenía 32 años cuando fue secuestrado por un grupo de tareas la noche del 25 de agosto de 1976, en la calle Balcarce, entre Ameghino y Coletta de Campana. Él, junto a su compañero Silvio Toniolli (también desaparecido), intentaba poner en marcha su proyecto de un sindicato de supervisores petroquímicos.

En una interesante nota publicada por Página 12, relatan esa fatídica noche “Cuando se llevaron a su padre, ella tenía apenas cuatro años. Un uniformado le apuntó a la cabeza en medio de la cocina de su casa, mientras Mabel, su madre embarazada (tenía en la panza a Lucas, el más pequeño), intentaba protegerla como a sus otros dos hermanos, Cecilia y Pablo. Desde aquella noche del ’76, Paola no puede dormir a oscuras. Como mínimo una tenue luz debe acompañarla”.
Paola junto a Luis Garello

Muchos años después, investigando, Paola pudo poner luz a esa noche. A su padre lo asesinaron al día siguiente que fue secuestrado y su cuerpo fue quemado en un callejón al costado de la Ruta 193. Sus restos fueron identificados en una fosa común N.N., del cementerio de Giles, en el año 2011, y recién en el 2013 su familia pudo disponer de ellos.

Como dijimos al principio, con el objetivo de fortalecer la Memoria, y en un momento tan particular como este, con el aislamiento obligatorio debido a la pandemia de coronavirus, invitamos a Paola a hacer un relato sobre el accionar del “circuito del terror” de los Centros Clandestinos y sobre lo que se denominó el Área 400. Escuchalo a continuación

Transcripción:


La ciudad de Campana en el último Golpe Militar formó parte de un área compuesta por tres ciudades, donde hubo persecución, represión, detenciones clandestinas acompañadas de torturas, asesinatos y desapariciones a vecinas y vecinos. Obreros en su mayoría, militantes de organizaciones políticas y activistas sindicales. El Área 400 así fue denominada por el Golpe, la zona compuesta por Campana, Zárate y Exaltación de la Cruz. Existieron más de una decena de centros clandestinos, dispuestos de forma estratégica en distintos puntos de nuestra ciudad. Como en todo el país, la represión fue muy fuerte.


Aquí en nuestra zona hay más de 300 víctimas, entre asesinados, desaparecidos, sobrevivientes y jóvenes que aún tienen sus identidades robadas. Los centros clandestinos formaron parte del circuito represivo, todos estos sitios del horror forman parte de la historia y están en declaraciones hechas por sobrevivientes y familiares que han dado sus testimonios en la CONADEP y en los Juzgados Federales de San Martín y San Nicolás. Funcionaron como centro clandestino de detención, tortura y exterminio la Fábrica Militar de Tolueno sintético, la Prefectura Naval de Campana, el Tiro Federal Argentino de Campana y el Buque Aras Murature, donde las violaciones sexuales hacia hombres y mujeres eran de un salvajismo y sadismo inusitado.

Junto a militantes de H.I.J.O.S. Escobar - Campana - Zárate

En el año 2013 se llevó adelante un juicio en el Juzgado Federal de San Martín denominado “sobrevivientes”, ellos detallan el circuito de centros clandestinos que habían tenido que atravesar. Muchos daban cuenta de compañeros y compañeras, que luego desaparecieron. Lo más valioso de aquella declaraciones, llenas de valentía, era la narración exacta que sirvió para poder comprender que las violaciones formaban parte de la tortura en esos lugares y no eran sólo hechos aislados, sino una práctica sistema del golpe genocida.


El Hotel Dálmine funcionó como un espacio de organización, coordinación y estructuración para la zona Área 400, desde ese lugar las Fuerzas Armadas junto a las Fuerzas de Seguridad, sindicalistas y civiles aliados a la dictadura decidían sobre la vida y la muerte de los vecinos y las vecinas de la zona, Es desde ese lugar donde se comenzó a delinear la directiva aplicada aquí, que decía que se “debe hacer foco en la actividad gremial y sindical de la zona”. El número de desaparecidos y víctimas refuerza la eficacia de esta directiva, ya que el 90% de ellos eran obreros y obreras sindicalizados o activistas gremiales, que se oponen un gobierno que aplicaba políticas neoliberales de hambre y ajuste. Es por eso que decimos Nunca Más neoliberalismo, para que ningún otro gobierno implemente política de sustitución de importaciones y propicie el cierre de industrias nacionales.


La familia Rocca no solo puso a disposición del terrorismo de Estado y el genocidio en la ciudad el Hotel Dálmine, también cedió parte del aparato represivo al club Dálmine, hoy Club Ciudad de Campana, es ahí donde por lo menos 10 sobrevivientes de la zona relatan haber estado en las piletas, que aún hoy siguen funcionando. No es extraño que la empresa de administración de la propiedad de la familia Rocca dispusiera de sus propiedades para la represión del genocidio más atroz de nuestra patria. De esta empresa hay un número elevado de víctimas, son casi 100 desaparecidos y más de 150 obreros sobrevivientes. El pánico y el miedo, el terror funcionaron hasta hoy como un disciplinador de los obreros y la sociedad en su conjunto. No es casual que hoy frente a una pandemia los obreros estén obligados a ir a trabajar saltando el mandato del Estado Nacional por miedo a que Rocca los deje sin trabajo. Actualmente en el Juzgado Federal de San Martín, hay juicios cuyas víctimas son obreros de Siderca en su mayoría

Paola y otros militantes en la Comisaría local, denunciando que allí también funcionó un C.C.D.

Una mención aparte tiene la Comisaría de Campana, este lugar no sólo alojaba a nuestras madres y padres para ser torturados y violados, allí también disponían de su vida, su muerte y definian de qué forma descartaban sus cuerpos.


La Comisaría de Campana funcionó como el alojamiento de, por lo menos, cuatro mujeres que estaban embarazadas. Ellas eran: Graciela Robinis, Rosa González, Miriam Ovando y Morales Mi, todas detenidas entre marzo y abril de 1977 en Zárate y Campana. Estas cuatro mujeres estaban alojadas en la parte superior de la comisaría y una vez que sus embarazos llegaron a término fueron llevadas a la maternidad clandestina de Campo de Mayo donde dieron a luz. Esos 4 nacimientos dan cuenta que nuestra ciudad no está exenta a la usurpación de identidad, la Justicia Federal está en deuda con la mayoría de las víctimas.


Estos lugares que son testimonio del horror de nuestra ciudad no deberían ser tocados o modificados, hace un tiempo la ex-gobernadora María Eugenia Vidal ordenó la remodelación de la Comisaría de Campana con un presupuesto millonario llevándose puestas Leyes Federales de preservación con la complicidad del Intendente Sebastián Abella.


De todos estos lugares del espanto hay solo un lugar, el Tiro Federal de Campana, que está señalizado, mostrándole a los vecinos que no hay que olvidar. Es por eso, que a 44 años del Golpe genocida seguimos exigiendo que estos lugares sean señalizados.

A 44 años del Golpe genocida seguimos exigiendo las búsqueda y el hallazgo de nuestro hermanos, los nuestros de las Abuelas, justicia por los 30 mil, juicio y castigo para los culpables, cárcel común, efectiva y perpetua. Basta de domiciliarias porque el único lugar para un genocida es la celda, porque aun a 44 años seguimos exigiendo que rompan el pacto de silencio y que nos diga dónde están los cuerpos desaparecidos en nuestras madres y de nuestros padres.

Comments


bottom of page