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Foto del escritorCódigo Plural

Polémica en diferentes puntos de la ciudad por Halloween

A través de las redes sociales fueron varios los padres que manifestaron su enojo porque maltrataron y echaron a niños de los negocios cuando fueron a pedir caramelos por estar haciendo, supuestamente, ''apología al demonio''.

La noche de brujas o halloween es una de las más tradicionales fiestas estadounidenses. Como es propio de la globalización y de la sociedad de consumo, en los últimos años se fue exportando a diferente lugares del mundo, y también llegó a la Argentina. Si bien no cuenta con la misma masividad que en la esfera de los países anglosajones, año a año crece más, generando adeptos y ''fans'', por un lado, y férreos detractores que defienden un supuesto ''nacionalismo de tradiciones'' del otro.


Ayer por la noche, cuando muchos niños y niñas de Campana se calzaron el disfraz y se pintaron la cara para salir a recorrer los kioskos y almacenes repitiendo la clásica frase “dulce o truco”, muchos comerciantes ya estaban preparados y les obsequiaron algunas golosinas a los niños. Pero no sucedió lo mismo en todos lados: varios padres denunciaron a través de la red social Facebook que algunos almaceneros echaron a los niños y hasta los maltrataron.

En comunicación con nuestra redacción, una de las madres detalló “A mi nene la señora del negocio le dijo de muy mala manera que se vaya, que no tenía que festejar halloween que estaba llamando a los demonios”

El festejo de la noche de brujas genera una fuerte controversia en la opinión pública. Gran parte de la sociedad acusa a quienes lo festejan de celebrar una fiesta yankee, algo que no es propio de nuestra cultura y que es más bien una apropiación de un festejo foráneo.


Los más extremos, sin ningún tipo de prueba bíblica o antropológica que los respalde, asocian halloween (contracción del inglés All Hallows' Eve, en español ''Víspera de Todos los Santos'') con cultos satánicos o como una celebración herética, que constituiría una ofensa a la religión católica.

Lo que es sólo una fecha más en nuestro calendario despierta un gran debate, pero es importante destacar que aunque se lo asocie con un “festejo capitalista”, la noche de brujas tiene como nacimiento una celebración religiosa. Las explicaciones son variadas, pero casi todas lo ligan a una conmemoración celta y a ritos paganos (adoración a dioses ''falsos'' según la perspectiva de las tres más importantes religiones monoteístas) que luego fueron mutando para transformarlo en la antesala de la fiesta cristiana del Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre.


Dado que vivimos en un sistema capitalista, todo está atravesado por esa concepción. Creer que sólo halloween es un invento del mercado es ignorar que Papa Noel, Los Reyes Magos y el Conejo de Pascuas -por solo citar tres ejemplos representativos- son todos ellos símbolos de celebraciones católicas (el nacimiento de Cristo, su resurrección de entre los muertos, y los tres reyes que, según el cristianismo, fueron desde Oriente a adorar a Jesús conducidos por una estrella) que fueron trastocados y adaptados a las necesidades del mercado y del consumismo. Y las celebramos igual. Los que critican halloween dos meses después comen pan dulce y lechón en pleno verano, en livings adornados con guirnaldas, ''San Nicolases'' y, muchas veces, árboles de navidad ''blancos'' por una nieve que jamás vimos por estos pagos a fines de diciembre.


A su vez, señalar el festejo como una “apología” al demonio o a la brujería es sobrestimar el entendimiento de los niños que solo quieren reproducir los contenidos que consumen diariamente a través de los dibujos animados y películas infantiles. En síntesis, personas pequeñas llenas de inocencia que sólo quieren divertirse.

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